Hoy en día, cuando vamos a un museo de arte
moderno, no sabemos con qué nos podemos encontrar, puesto que a todo lo
consideran arte. Hay obras que las vemos y pensamos, ¿realmente es arte?,
nosotros también podemos hacerlo y decir que es una obra de arte. La diferencia,
como dice mi profesora Victoria, es que se les ha ocurrido a ellos y no a nosotros.
Pero, simplemente porque se les ocurra y lo pongan en un museo ¿debemos
admirarlo como una obra de arte?
Hace unos meses, fui a la exposición de arte
moderno del IVAM, en Valencia. Nunca había ido a un museo de arte moderno y,
sinceramente, he de decir que me llevé una decepción. Había obras
impresionantes, innovadoras, que te hacían pensar, etc., realmente eran obras
de arte. Pero, conforme íbamos pasando salas, la obras eran cada vez más raras,
cosas extrañas, incomprensibles. Había una habitación cuadrada en la que, en
cada esquina, se proyectaba un vídeo de una persona dándose golpes contra la
pared. Pero el colmo fue la última sala, donde observé la obra más rara y repugnante
que había visto nunca, Collar
de moscas, de Bigas Luna. Consistía en un vídeo proyectado sobre una pared
blanca en el que una chica contaba cómo su compañera había aprendido a cazar
moscas, pincharlas con una aguja sin matarlas y hacerse con ellas un collar de
moscas vivas. Cuando el vídeo acababa, empezaba de nuevo.
¿De verdad esto es arte?, porque a esa chica
se le haya ocurrido hacer un collar con moscas vivas, lo haya grabado y lo haya
puesto en un museo, ¿nosotros debemos admirarlo como una obra de arte?
Quizás me equivoque, no soy ninguna experta
en historia del arte, ni mucho menos, simplemente soy una estudiante de
arquitectura; pero creo que estamos sobrepasando los extremos, a todo se le
considera arte, y así, lo único que vamos a conseguir es desvalorizarlo.
Vive la vida
No es sólo que se le ocurra. Os he comentado en más de una ocasión que hay también detrás un proceso creativo muy complejo. No obstante, en el arte contemporáneo y en la vida en general, como diría un profesor mío hay que distinguir la genialidad, que es admirable, de la ocurrencia. Entiendo que no te gustara.
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