“Los
sabios dotados de talento filosófico han observado los colores con una mirada
desconfiada porque encarnan las leyes de la mutación, de la no-verdad”. Así
dice una parte del tratado de Manlio Brusatin.
El
color construye el entorno físico, pero es imposible saber cómo lo ve cada
uno. Está claro que todos sabemos diferenciar el rojo, el amarillo, en
definitiva, los colores “base”. Pero, ¿cuáles son esos colores “base”?
Simplemente, aquellos que la ciencia ha conseguido elaborar químicamente, evitándonos
la posibilidad de reconocer colores distintos a estos.
Sin
ir más lejos, la ciencia misma define el color como cuatro cosas distintas: pigmento,
luz, sensación e información. Tal vez porque ni siquiera ella sabe lo que es el
color. Y, si no se sabe lo que es, ¿cómo puede determinar toda la gama de
colores?
Los
científicos simplemente han conseguido elaborar los colores que han sacado de extractos
de la naturaleza. Sin embargo, esos mismos colores en la naturaleza,
dependiendo de la luz, el lugar, etc., pueden verse de muchas maneras distintas;
de manera que cada persona también puede verlos de forma diferente en una misma
situación.
No
debemos limitarnos a lo que nos enseñan, es necesario poner nuestra imaginación
en marcha, nuestro intelecto; porque solo así podremos ver los colores como
nuestros ojos los perciben y no como nos los enseñan.
Como
Edgar Degas cuenta en su cuaderno de notas sobre la investigación del color, los
pintores no pintan lo que ven “ahí fuera”, ya que “ahí fuera” lo que hay es una
mezcla de campos magnéticos y turbulencias atómicas; cada uno pinta lo sus ojos
perciben. El problema es que hoy en día los artistas no tienen tan fácil pitar
de esa forma, puesto que la ciencia los limita, algo que podría provocar la
muerte del arte; porque si un pintor no sabe representar la gama cromática de
sus ojos, pierde todo el interés.
¿Qué
serían sin ese interés obras como Villiers-sur-Mer
de Edgar Degas, donde consigue unificar todos los colores que aprecia en el
momento?
¿Un
simple cielo azul en una playa de arena marrón?
¿O
que sería de El columpio, de Renoir, donde los destellos de luz hacen que en un
vestido blanco también se aprecien colores rosas, amarillos, naranjas, azules, etc.?
No
serían nada.
ViveLaVida
Los matices del color que son capaces de vislumbrar quienes se mueven en el mundo del arte es sorprendente. Bien por tu entrada.
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